Soy Jose Luis Pérez, @jperezfotografo como marca personal, soy fotoperiodista. Tengo amplia experiencia internacional, he cubierto un Mundial, unos Juegos Olímpicos, he hecho trabajo de calle, he trabajado como fotógrafo en varias decenas de conciertos y he estado rodeado de personas muy importantes en el mundo de la cultura, la economía, la ciencia… Pues bien, todo ese bagaje de experiencias, vivencias y anécdotas que me hacen ser el profesional que soy, la persona que soy, no me sirvió de nada en el momento en el que pisé el escenario del Teatro Principal de Alicante y me presentaron a Coque Malla.
Allí estaba él, con su banda, haciendo pruebas de sonido minutos antes de comenzar su concierto, y allí estaba yo, con mi fiel Nikon, y con una flamante Sony a7RII dispuesto a hacer las mejores fotos posibles.
Allí estaba él, con su banda, haciendo pruebas de sonido minutos antes de comenzar su concierto, y allí estaba yo, con mi fiel Nikon, y con una flamante Sony a7RII dispuesto a hacer las mejores fotos posibles.
Pero entonces sucedió, me acordé de lo mucho que admiro a Coque, de los años que llevo escuchándolo, de las veces y veces que he visto Todo es Mentira, la peli donde le conocí como actor y que tantos momentos de bajón me ha ayudado a superar, y me acordé de todo eso en una milésima de segundo, justo cuando me saludaba con un buen apretón de manos y con una amplia sonrisa.
Por primera vez, desde mi adolescencia, me dio vergüenza hablar con alguien, me desmontó. Sentí el fenómeno fan en mí, cosa rara porque como os decía antes he tenido la suerte de estar junto a los mejores deportistas del mundo, los mejores científicos, los mejores actores… y ya no me esperaba que pudiera sentir reparo al estar al lado de un famoso, pero así fue.
Apenas le dije que le admiraba mucho, que yo sería el fotógrafo de ese concierto y que trataría de pasar inadvertido para que él se sintiera cómodo con mi presencia en el escenario. Y entonces me alejé de él y me escondí detrás de mi cámara. Ahí sabía que estaba en mi territorio y que volvería a recuperar la seguridad que había perdido segundos antes. Tenía claro qué fotos quería hacerle, qué Coque quería retratar y cómo sería el reportaje final y eso fue clave para recomponerme y lanzarme a hacer el trabajo. Volví a ser yo.
Por primera vez, desde mi adolescencia, me dio vergüenza hablar con alguien, me desmontó. Sentí el fenómeno fan en mí, cosa rara porque como os decía antes he tenido la suerte de estar junto a los mejores deportistas del mundo, los mejores científicos, los mejores actores… y ya no me esperaba que pudiera sentir reparo al estar al lado de un famoso, pero así fue.
Apenas le dije que le admiraba mucho, que yo sería el fotógrafo de ese concierto y que trataría de pasar inadvertido para que él se sintiera cómodo con mi presencia en el escenario. Y entonces me alejé de él y me escondí detrás de mi cámara. Ahí sabía que estaba en mi territorio y que volvería a recuperar la seguridad que había perdido segundos antes. Tenía claro qué fotos quería hacerle, qué Coque quería retratar y cómo sería el reportaje final y eso fue clave para recomponerme y lanzarme a hacer el trabajo. Volví a ser yo.
Antes de comenzar el concierto pasé al camerino donde estaba toda la banda. Comían, bebían algo, se cambiaban de ropa… Ahí pude vivir uno de los momentos clave de la noche. Coque, ya con camisa y chaleco, se atusa el pelo, se mira en el espejo y se coloca su sombrero. Cierra los ojos, respira, se concentra, coge su copa de vino y se lanza al escenario. Yo estaba un par de metros atrás, viendo la escena, disfrutándola e inmortalizándola al mismo tiempo. Fue especial. Sentí que esas fotos tendrían mucha fuerza y que yo no olvidaría ese momento en mucho tiempo. Yo hice lo mismo, cerré los ojos, respiré y me lancé a hacer fotos durante las casi dos horas que duró el concierto.
Fue un concierto brutal, así lo definió el propio cantante. La primera pregunta que le hice al terminar su actuación fue que si él notaba que el público de cada ciudad era diferente o si todo el mundo cantaba y aplaudía por igual. Me dijo que no, que a veces conecta de una manera especial con un público y que eso se convierte en inolvidable. Comentaba que el de Alicante había sido un público cojonudo y que se lo había pasado en grande. Me hizo un gesto y me dijo: ven, pasa, haz alguna fotillo. Y ahí volvíamos a estar, en su camerino. Ese fue otro gran momento. Se quitó el sombrero, se desabrochó la camisa y se miró en el espejo mientras se secaba la cara. Respiraba fuerte, había pasado muchas emociones y necesitaba soltar tensión.
Yo le hacía fotos a su imagen en el espejo, me interesaba ese ángulo, me atraía la fuerza que transmitía su mirada. Su mirada frente a su mirada. Charlamos un poco y luego pasamos con el resto de la banda a otro camerino donde tenían la comida y la bebida. Me gustaban los comentarios que hacían sobre el público, sobre lo bien que habían funcionado las luces, el sonido tan bueno que tuvieron durante todo el concierto y sobre el acierto de incluir alguna canción más en el repertorio. Un par de fans entraron a darle un regalo a Coque y a hacerse alguna foto con él. Yo me senté, bebí agua y recogí mis trastos, había sido una tarde muy intensa, entonces me di cuenta de que ya no estaba detrás de mi cámara, había perdido mi superpoder, así que antes de volver a sentir el corte de estar junto a Coque me despedí de la banda y me marché… ¡Ay, los fans!
Yo le hacía fotos a su imagen en el espejo, me interesaba ese ángulo, me atraía la fuerza que transmitía su mirada. Su mirada frente a su mirada. Charlamos un poco y luego pasamos con el resto de la banda a otro camerino donde tenían la comida y la bebida. Me gustaban los comentarios que hacían sobre el público, sobre lo bien que habían funcionado las luces, el sonido tan bueno que tuvieron durante todo el concierto y sobre el acierto de incluir alguna canción más en el repertorio. Un par de fans entraron a darle un regalo a Coque y a hacerse alguna foto con él. Yo me senté, bebí agua y recogí mis trastos, había sido una tarde muy intensa, entonces me di cuenta de que ya no estaba detrás de mi cámara, había perdido mi superpoder, así que antes de volver a sentir el corte de estar junto a Coque me despedí de la banda y me marché… ¡Ay, los fans!
IMÁGENES DEL CONCIERTO